sábado, 8 de septiembre de 2007

Hastío XX (rosas)

Las hojas del invierno han caído,
Cual un cauce detiene
El eterno fluir de un río.
Me encuentro debajo del sauce,
Viendo caer las hojas
Con todo y su crujido;
Viendo cómo el viento las arroja
Hasta el suave nido
De aquel ave roja.
Y de las rosas
Los pétalos se desprenden,
Y sobre un hilo
De su destrucción penden;
Y tan sólo dependen
De la brisa
Para estar al filo
De sus ramas hermosas.
Ojalá la vida
Fuese hermosa y filosa,
Bella y efímera
Como esas hermosas rosas

~fin~

jueves, 6 de septiembre de 2007

La Madre De La Babilónica

Desde el cielo desechaba
Dios a la primera de las rameras,
Mientras su madre pensaba
En el por qué no la abortaba.

Sabía que comenzaba una nueva era,
Más no creía que su hija llevaría la bandera.
Y la pequeña, mientras pasaban los años,
Llegó a ser pordiosera; ya mayor,
Una libidinosa embustera.

¿Por qué la madre no abortó?
¿Es que simplemente lo pensó?

¿Porqué dios ha de mandarme
Éste castigo del averno,
Si simplemente pudo enviarme
Un hijo parlamentario del gobierno?

Se preguntaba la madre,
Mientras ella se prostituía
Con su amigo y compadre,
Pero ella no lo comprendía.

Desde el inmenso cielo
Se decía la madre, maltrecha,
Rogaré a Dios por una flecha,
Y he de darle de lleno.

Mientras ella descansaba,
La flecha clavó en su pecho.
La joven se desangraba
Con su espíritu desecho.

Un hueco hasta su corazón cavó;
La joven palidecía, más no creía
Lo que aquella mala madre hacía.
Y así, esta triste historia acabó

Mientras la madre,
Enrojecida en sangre,
Limpiaba la sábana
Y su alma dispensaba…

martes, 4 de septiembre de 2007

Labrando El Infortunio

Que triste aquella vida de pobres;
La vida de los obreros
Y la de los mineros del cobre,
El oro, la plata, cuarzo y acero.

Sus madres fueron tristes gentes;
Sufrieron dolores aplastados
Por sus demonios: eran indigentes
Y estaban apestados.

Pena, hambre y muerte vieron
En sus seres queridos y su gente.

A sus padres no conocieron;
Eran adictos, bebedores ingentes;
Se los llevó la suerte, la muerte.
Y ni siquiera ellos venir lo vieron.

Y ahora, esos obreros
Son sólo tristes trabajadores,
Poetas de los aceros,
Del cobre sublimes forjadores.